Tuesday, January 18, 2011

Despertar del olvido.









Un amigo que amo con toda mi alma,

Patricio Solovera, me regaló un cuento que escribió una mañana.









Epílogo

“Se levanta muy temprano, sale de su pieza de pensión con su jabón, toalla cepillo peinetita hoja de afeitar. Vuelve a su pieza se viste con esmerado orden. El pantalón azul, tan delgado como él, el cinturón de siempre sobre el ombligo, los puños de su camisa percudidos e impecables. Un té y una marraqueta desmenuzada a trocitos, como reemplazando las hojas del diario. Los ojos puestos en la cara entibiándose con el tecito. La mano izquierda estacionada en la mesa como una máquina abandonada. Recoge las miguitas para su gato que duerme. Suspira. Se prepara. Abre la mampara y sale a la calle con su silla. La acomoda donde siempre. Se sienta ordenadamente esperando el sol que se anuncia. Su mirada mira lo que pasó, su oído tantos ruidos que ya no existen. Está esperando a ver si la vida pasa de nuevo, quizá esta vez distinta. (SIC)”
Patricio Solovera.



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Despertar del olvido


“Patito” como le digo desde que lo conocí hace diez años en la obra de teatro “Una Casa Vacía”, en la que compartíamos escenario, se ha convertido en un pilar importante en mi aprender teatral, es para mi un viejo niño que me enseña día a día la tristeza y belleza de la vida con su inevitable muerte.
En épocas difíciles de la triste historia de Chile, una mañana, Solovera recibió un llamado de Víctor Jara para invitarlo a trabajar en un coro de mujeres que cantarían en su último disco “La Población”, donde posteriormente lo acompañó con su guitarra.
Juntos realizaron un intenso trabajo de investigación en la población “Herminda de la Victoria” Víctor lo iba a buscar en las mañanas en su bonita citroneta. Cuando llegaban al campamento de la población, los niños se le colgaban a Víctor, como un verdadero rosario. “ Víctor también buscaba a un niño que recitara para el disco “La Población”, a quien finalmente encontró y es aquel que escuchamos hoy con su vocecita… naranjita, naranjita”.
Para Solovera, Víctor era un hombre que no estaba nunca inactivo, estaba siempre trabajando, “él era todo…”. Lo que más le maravillaba a Solovera era su inocencia. Siendo un hombre tan sabio, le preguntaba a menudo ¿oye Pato, este acorde está bien? ¿suena bien? Esa incertidumbre creativa, siendo un creador extraordinario lo emocionaba. Según Solovera, Víctor tenía la certeza de la responsabilidad que daba a su gente. Tenía mucha confianza con las personas que trabajaban alrededor de él. Y la gente se impregnaba de esa atmósfera acogedora.
Solovera ha tenido una vida galopante de pérdidas: en 1973 conmueve al mundo la trágica muerte de su amigo Víctor Jara, luego en 1976, plena época de dictadura, desaparece su hermano menor, Jorge Solovera . En 1978, los milicos asesinan a su padre, que era militante del Partido Comunista de San José de Maipo, declarándolo, como tantos miles de otros….”asesinato no aclarado”. Por eso de las ironías de la vida, mas tarde la muerte le arrebata a su primo hermano, otra partida dolorosa. Su hermana se enferma de un cáncer mortal y finalmente su madre muere de tristeza por la pérdida de su hijo, su hija y su marido. Siempre pensó esa bella mujer, presidenta de una JAP, que ellos volverían algún día, los esperaba hasta perderse en los recuerdos…
Con su hermano menor Jorge Solovera eran amigos, siempre andaban juntos y los dos pertenecían a la misma célula del partido Comunista. Jorge era músico al igual que Patricio, era concertista en guitarra, tocaba en los sitios comunes, en las fábricas, poblaciones, era precioso, siempre alrededor de él había una alfombra de niños, mujeres con sus guaguas, bulla de viejos más atrás y él tocándoles a Bach, canciones de Víctor, en fin, era muy consecuente como ser humano y militante.
Solovera no se ha vivido sus duelos, él siente que solo “se enfermó del alma”, una herida que no tiene remedio. Para sanar en parte tanta pena, fue al mar y tiró una flor, se sintió estúpido y con mucha rabia por la gran indiferencia, la somnolencia, lo que más le duele hoy a Solovera es el olvido…la amnesia.
En un comienzo lo que le dolía, aparte de la pérdida de su familia, era la famosa frasecita “no… si se fue pa la Argentina”, decían los vecinos, “no… si se fue con una mina”. La primera rabia que sintió fue por la incredulidad de la gente frente a lo que estaba pasando. Pero su rabia ahora no solo ha crecido sino que se ha mezclado con impotencia viendo que llegó esta nueva “democracia” que, según él ha hecho varias cosas relevantes, pero también piensa que no le ha dado la importancia y la fuerza, la pasión que implica el hecho de que un ser humano haya sido asesinado, no es, no compensa el esfuerzo por hacer justicia con la pérdida misma, cree que debiera haber menos somnolencia, simplemente Patricio no lo acepta.
A Solovera le pasa lo que a tantos miles de personas de esa generación. Mis viejos, los viejos de mis amigos, los familiares de los detenidos desaparecidos, gente que vivió y arriesgó su vida por esos ideales arrebatados a la fuerza. Hoy día es como si lo que pasó no hubiera pasado. No existe memoria histórica. La amnistía está ahí, los muertos están ahí, los recuerdos, penas y nostalgias están ahí. “Eso causa rabia pero también agonía, te empieza a destruir, porque te empiezas a sentir como un loco, como un tonto ¿qué digo? ¿qué hago? ¿qué hacer? ¿cómo hago entender que había una persona y ahora ya no está y que no tiene por qué no estar, eso no es un hecho menor, no es una anécdota, es un hecho grave, no para la familia, es un hecho grave para la humanidad, es un hecho grave para el planeta, es un hecho grave para la vida…Pero todo se toma con tanta cordura, hay demasiado “mantén la calma” …eso marcó mi vida para siempre”.
Pero bueno, a pesar de que Solovera ha vivido y sufrido tantas penas, pérdidas y desamores, después de haber sobrevivido de un cáncer que lo tuvo al borde de la muerte, este Solovera volvió a renacer. Hoy día está creando, componiendo hermosas piezas musicales y continúa regalando melodías que alimentan y nutren el espíritu de tantas personas que tenemos el privilegio de conocer al maestro.
Pato sigue más vivo que nunca, buscando hoy la felicidad componiendo en su piano y violín, a veces con la mirada triste y otras con una mirada de niño que encuentra lo nuevo, Patito vive hoy día como una bella flor frágil, que hay que cuidarla ya que florece en primaveras… e inviernos.

Chamila






































Patricio Solovera,
Maestro de la Música Original del Teatro Chileno






Patricio Solovera con sus sesenta sabios años, se encuentra dentro de los mejores compositores musicales del teatro chileno. Ha compuesto más de cien piezas enamorando a miles de espíritus amantes del teatro, el cine y la música. Como por ejemplo: en teatro: “La Ventana que busca la luz” con textos de Víctor Jara, "Crónica de una Muerte Anunciada”, "Una Casa Vacía", "El Rey de Sodoma" , "Galileo Galilei ", La Celestina”, "Tres Marías y una Rosa", " El Pueblo del Mal Amor", "Flores de Papel", "La Casa de Bernarda Alba", "Medea Mapuche", en ópera "El Encuentramiento", en cine: "La Maldición de la Palabra", “Trilogía”, Canción para un Hermano Muerto”, “Los hechos consumados”…
Y actualmente compuso e interpreta en vivo, violín y piano en la obra de teatro "El Toro por las Astas" de Juan Radrigán.



El maestro compone y da clases de música. Tel: 78835009

Email: soloverapatricio@gmail.com

Visite su página http://www.myspace.com/patriciosolovera




Fotos: Inti Briones